lunes, 12 de enero de 2015

Los arabismos y el idioma español

Arabismo es una palabra derivada del árabe e incorporada a otro idioma. Además se denomina así a la disciplina científica que se ocupa del estudio del idioma y la cultura árabe. Algunos proceden de otra lengua, como el persa, de la que pasaron al árabe. 

Hay más de 4000 arabismos dentro de nuestro léxico, algunos en desuso, pero otros de uso muy frecuente. Si en otros dominios la influencia del árabe no es muy notable, en el campo de la palabra si lo es.

Un número tan elevado de términos se explica por la necesidad de nombrar objetos y tareas que llevaron los árabes a la península y por el prestigio que entonces tenía una cultura rica en avances. 

Los arabismos abarcan casi todos los campos de la actividad humana, son después del latino,  el caudal léxico más importante del español, al menos hasta el Siglo XVI. La gran cantidad de palabras  que existen en la lengua castellana de origen árabe referidas al agua, al riego y la técnica hidráulica agrícola  es prueba irrefutable de la importancia que tuvo Al-Andaluz. 

También es importante conocer  lo que significó el elemento árabe en la formación y desarrollo de la lengua española.

Estos perfeccionaron las técnicas de riego y la técnica hidráulica agrícola, aprovecharon los sistemas de riego romanos que encontraron, y junto a las técnicas orientales que conocían bien, lograron un excepcional aprovechamiento del agua, expandiendo los sistemas agrícolas y de regado hacia el Mediterráneo y Al-Andaluz se convirtió en un nuevo foco de difusión hacia el norte de África y posteriormente hacia América .

Para conocer la importancia del elemento árabe en la formación y desarrollo de la lengua española, es preciso analizar la relación lingüística entre ambos sistemas y establecer el lugar que ocupa el árabe en el ámbito general de la historia de la lengua española.

Algunos arabismos nunca fueron populares, tal como ahora no es popular buena parte del vocabulario científico o técnico, o del que emplean las clases sociales refinadas. La palabra almanaque, fue y sigue siendo popular, cenit, nadir y acimut son bien conocidos.

Salvo contadas excepciones, los arabismos hasta aquí mencionados son sustantivos. Resulta interesante el caso de los adjetivos y de los verbos tomados directamente del árabe (directamente sin contar algebraico, alcolico, etc, ni alfombrar, alambicar, etc. sin contar tampoco azul, escarlata, etc. pues los nombres de colores lo mismo pueden ser sustantivo como adjetivo. 

También proceden del árabe fulano y mengano, la expresión de balde o en balde, la partícula  demostrativa he, he aquí, he allí y el importantísimo nexo sintáctico “hasta”. No menos interesantes son los arabismos “semánticos” los que no pasaron al español con su materia lingüística, sino solo con su espíritu.

Resulta ocioso decir que un arabismo no es solo la manifestación de un tipo concreto de léxico, sino que también es la prueba fehaciente de un encuentro entre dos culturas, la ineludible simbiosis de estos dos niveles (el plano léxico-semántico, por una parte y el socio cultural, por otra ), debe ponerse de relieve de forma sistemática en la clase de español, como respuesta al objetivo propuesto.

Todo este enriquecimiento del idioma español, comenzó en el año 711, cuando grupos provenientes de Oriente y norte de África (árabes, sirios y bereberes) de religión musulmana al mando de Tarik derrotaron al Rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. 

Empezó así la dominación  árabe de la península ibérica que se prolongaría durante ocho siglos, hasta 1492 momento en que el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos

La conquista fue rápida, en menos de ocho años conquistaron toda Hispania a excepción de una pequeña franja en el Norte de la Península, donde los núcleos de resistencia dieron lugar a los reinos cristianos peninsulares, que fueron recortando progresivamente el espacio musulmán,

Todo esto llevó, entre otras cosas, a que una lengua bien distinta de las románicas, el árabe,  con sus diferentes manifestaciones escritas y orales se impusiera como lengua oficial y de cultura.

Desde el Siglo XIII, los musulmanes que vivían en zonas conquistadas por los cristianos recibieron el nombre de mudéjares

Estos siguieron utilizando su lengua, el árabe, hasta que se prohibió su uso y ellos fueron obligados a convertirse al cristianismo. Fueron los llamados moriscos, expulsados definitivamente de la Península en 1609, bajo el reinado de Felipe II.

Las continuas luchas con los cristianos también proporcionaron una gran cantidad de arabismos referentes a la guerra: aceifas, algara, adalid, atalaya, alcázar y otras.

Se interpretan como calcos semánticas aquellas palabras y expresiones románicas en cuanto a origen y forma pero parcial o totalmente arabizadas en cuanto a su significado.

Conviene recalcar que el estudio de los arabismos no solo contribuye favorablemente al aprendizaje de un subconjunto del vocabulario desde una perspectiva interdisciplinar, sino que además facilita el acercamiento a una cultura híbrida que en muchos aspectos asimiló usos, tradiciones y costumbres legadas por el complejo árabe-islámico.

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