Los hijos adoptados son niños con características especiales: muy deseados, llegan después de muchas vicisitudes y habitualmente no son recién nacidos.
Ante la llegada del hijo, los padres imaginan como un momento de gran ilusión, y que habitualmente es así, aunque algunos padres lo experimentan con sensaciones depresivas como tristeza, irritabilidad y disminución del interés en otras actividades.
En un primer momento, el niño adoptado actúa como si quisiera olvidar y borrar todo lo que ha vivido en su pasado. Le urge superar las huellas del abandono vivido, para intentar la construcción de una nueva historia, incluso los niños mayores no quieren oír hablar de las cosas o personas que acaban de dejar.
En algunos casos, el hecho de haber vivido sucesivas vinculaciones a diferentes adultos que han pasado por su vida, pueda hacer que se muestren, en principio, más reacios a dejarse querer, más desconfiados en brindar su cariño o excesivamente sociables, con un afecto indiscriminado.
De forma preventiva es conveniente hablar de sus orígenes y normalizar sus antecedentes desde el principio de su llegada al hogar, sin agobios, sin estar continuamente hablando de ello, como tampoco una madre biológica está todo el día comentando lo traumático que fue el parto.
Los factores que influyen en la decisión de desprenderse de un hijo son: la inmadurez afectiva, la falta de sostén familiar, la ausencia de la figura paterna y la ausencia de recursos económicos.
La adopción aparece desde el Antiguo Testamento, la practicaron las culturas antiguas como forma de perpetuar la herencia y el patrimonio. En nuestro país, en los últimos
años, los tabúes, los prejuicios en relación a la adopción fueron disminuyendo, con una tendencia mayor hacia la legalidad.
La paternidad tiene que ver con una función social. La familia cumple funciones de sostén, de placenta extrauterina y de socialización. Es transmisora de pautas sociales.
Todo ser humano tiene derecho a desarrollarse, madurar en medio de personas que desplieguen la función materna-paterna y que ejerzan una maternidad o paternidad responsable.
La maternidad no se reduce solamente a la posibilidad reproductora, sino que están presentes los afectos, los deseos, los deberes, los derechos y los ideales.
Los padres de un niño adoptado se preguntan si deben decirle al niño que él o ella es adoptado y como y cuando deben de hacerlo. Ellos también desean saber si existen problemas especiales y retos para los hijos adoptivos.
Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que sean los padres adoptivos los que le informen al niño acerca de la adopción. A los niños se les deben de informar sobre su adopción de una manera que ellos puedan entender.
Hay dos puntos de vista sobre cuando se le debe informar a un niño que él o ella es adoptado. Muchos expertos creen que se le debe informar al niño en la más temprana edad posible.
Este enfoque le da al chico la oportunidad de poder aceptar la idea e integrar el concepto de haber sido “adoptado”. Otros expertos creen que el hacerle esta revelación al niño a una edad muy temprana puede confundirlo, ya que éste no puede entender la información. Estos expertos recomiendan que se espere hasta que el chico sea mayor.
En ambos casos, los niños deben enterarse de su adopción de boca de sus padres adoptivos. Esto ayuda a que el mensaje de la adopción sea positivo y permite que el niño confíe en sus padres. Si el niño se entera de la adopción, intencional o accidentalmente, de boca de otra persona que no sea uno de sus padres, el niño puede sentir ira y desconfianza hacia ello y puede ver la adopción como mala o vergonzosa, ya que se mantuvo en secreto.
Los niños adoptados querrán hablar acerca de su adopción y los padres deben de estimular este proceso. En las librerías hay excelentes libros de cuentos que pueden ayudar a los padres a explicarle al niño acerca de su adopción.
Los niños reaccionan de manera diferente al enterarse que son adoptados. Sus emociones y reacciones dependen de su edad y de su nivel de madurez. El niño puede negarse aceptar que fue adoptado y puede crear fantasías acerca de la adopción.
Frecuentemente, los niños adoptados se aferran a la creencia de que sus padres naturales los dieron porque ellos eran malos o pueden creer que fueron secuestrados. Si los padres hablan con franqueza acerca de la adopción y la presentan de manera positiva, es menos probable que se desarrollen estas preocupaciones.
Todos los adolescentes pasan por una etapa de lucha por su identidad, preguntándose a si mismos como ellos encajan con su familia, con sus compañeros y con el resto del mundo.
Esta lucha puede ser más intensa para los niños adoptados de otros países o culturas. Es razonable que el adolescente adoptado, tenga un marcado interés en sus padres naturales. Esta curiosidad expresada es común y no quiere decir que él o ella esté rechazando a los padres adoptivos.
Algunos adolescentes pueden desear conocer la identidad de sus padres naturales. Los padres adoptivos pueden responderle al adolescente dejándole saber que es correcto y natural tener ese interés y preguntas, y cuando preguntan se les debe dar, con tacto y apoyo, la información acerca de su familia natural.
Algunos niños pueden desarrollar problemas emocionales y de comportamiento. Estos problemas pueden ser o no ser resultado de las inseguridades y asuntos relacionados con el haber sido adoptados.
Si los padres tienen inquietudes, ellos deben de buscar ayuda profesional. Los niños que están preocupados por su adopción deben también ser evaluados. Un psiquiatra de niños y adolescentes puede ayudar al niño y a los padres adoptivos a determinar si se necesita o no ayuda profesional.
Adoptar es un acto que crea un vínculo que tiene tanta fuerza como la que tiene un vínculo de sangre. La riqueza y el futuro de ese vínculo dependerán en gran medida de si los padres adoptivos le ocultan al niño esta realidad o si le hablan acerca de ella con total sinceridad.
El cuando, como y que informar a los niños acerca de su adopción es uno de los miedos con las cuales se enfrentan los padres adoptivos. No es fácil saber cuando, como y que informar. Muchos padres prefieren esconder la verdad porque creen que es mejor para el niño.
Muchos matrimonios adoptantes deciden ocultar la verdad a sus hijos acerca de su procedencia. Esto se debe a los temores que tienen, centrados en la desvalorización, la herencia, el no querer y/o no ser queridos, la sexualidad de los hijos y la supuesta y probable fragilidad o debilidad del vínculo.
Además, muchos padres creen que el hecho de saber la verdad causará un gran dolor innecesario y difícil de superar en el niño. También se advierte que en lo íntimo les gustaría olvidar, esconder, no hablar ni recordar la cualidad de adoptivos de sus hijos. Ellos dicen: “si no se entera, no sufre” pero además, piensan:“así nosotros tampoco sufrimos.”.
La idea es no hablar de lo que duele, porque se cree que si no se habla y si no se nombra, no existe.
“Es una suposición falsa, ya que no existirá en la comunicación cotidiana, no se hablarádel tema, pero posee un lenguaje silencioso en lo íntimo de padres e hijos que emite señales, y estas se registran conciente o inconcientemente”.
Los niños adoptados manifiestan que ya anticipan la verdad, al percibir pistas respecto del conocimiento de su realidad. A medida que crecen se van dando cuenta de que hay algo que no está bien, o que les cierre.
Perciben que hay una mentira. Cuando esto sucede y los padres no enfrentan la situación con la verdad, estos chicos pueden tener conflictos, trastornos y problemas graves de conducta o aprendizaje.
Entonces, es necesario entender que dichos trastornos no se deben al hecho de ser hijos adoptivos, sino a los secretos y a la manera de manejar la información.
Cuando los padres revelan la verdad a sus hijos cuando estos ya son mayores, los chicos o adolescentes se vuelven en contra de ellos. Sufren mucho y tienen graves conflictos.
Sienten que además de haber sido abandonados por sus padres biológicos, fueron engañados toda su vida por los adoptivos.
En estos casos es muy difícil que los chicos perdonen a sus padres y vuelvan a confiar en ellos. Es con el engaño que se rompe el vínculo entre padres adoptivos y sus hijos.
Se puede hablar de la existencia de un saber inconciente, que no es expresado pero produce efectos. Esto se ve claramente en las situaciones de desorden del mundo externo, que se deben a alteraciones afectivas ”donde lo sospechado y lo que produce dudas provoca sufrimientos, y se intenta descargar el malestar mediante situaciones cotidianas inadecuadas”.
No es posible silenciar lo que se siente y se percibe. Lo que no se nombra, desde el silencio, desorganiza la vida, los sentimientos y la inteligencia de los niños adoptivos.
Además, cuando los padres no quieren hablar, confunden a los niños. Emiten un mensaje contrario al que les afirman. Les transmiten dudas acerca de lo bueno de ser una familia adoptiva. Si la adopción es algo bueno entones porque no hablar de ello.
Se insiste en la necesidad de informar la verdad. Hay una teoría que sostiene que se debe informar al niño acerca de su origen solo cuando el pregunta. Lo mas probable, cuando el niño interroga sobre su nacimiento, es que haya sido estimulado por el nacimiento del hermano de un compañero del Jardín, o por la aparición de algún niño en la familia. Entonces, decimos que el infante se compara.
También puede pasar que algún primito, o vecino u otra persona le haya informado de su adopción. En estos casos, el niño seguramente pregunte a la mamá ¿“yo salí de tu panza”? En dicho momento se puede aprovechar para hablar del tema en intimidad.
Es importante tener en cuenta que este tema no debe ser transmitido de cualquier forma y en cualquier lugar. Es un tema muy importante y, el clima y la atmósfera que se crean entre el adoptante y el adoptado, van a estar cargados de tensión, por lo cual debe haber intimidad.
Hay que tener en cuenta que este tema no debe ser transmitido de cualquier forma y en cualquier lugar. Es un tema muy importante y, el clima y la atmósfera que se crean entre el adoptante y el adoptado van a estar cargados de tensión, por lo cual debe haber intimidad.
En general, es la madre la que encuentra el momento ideal para hablar con su hijo, de acuerdo a la sintonía que siente por él.
Pero lo ideal es que para transmitir la información estén ambos padres presentes.
Eva Giberti dice que se puede contar al niño como los padres lo fueron a buscar, dónde estaba y en que provincia nació.
El niño como persona tiene derecho a conocer sus raíces y la atmósfera que lo rodeaba cuando nació. Igualmente, no hay que explicarle más de lo necesario o de lo que puede entender.
Además, si cuando es adulto quiere saber, conocer y tomar contacto con dicha información, hay que respetarlo porque forma parte de su vida, de su historia y de su identidad.
Al adoptar un niño, los adoptantes se hacen cargo de una criatura que en la mayoría de los casos fue abandonada. Cuando el niño, se entera de esto es probable que sienta pena, rabia o desconcierto.
El niño sufre porque se da cuenta de que no pudo ser conservado por la persona que lo concibió, por más de que esto fue superado por el vínculo con los padres adoptivos.